Trabajos de Socios

¡Hazte tu belén cuadro!

Por Javier García Díaz, Asesor Artístico de la A.B.M.

Muchas personas creen que para disfrutar de los belenes y los nacimientos es necesario desarrollar las escenografías y desplegar el saber hacer de cada cual para el disfrute propio y el de aquellos con quienes se comparte en unos espacios importantes.

Si el espacio disponible se reduce, siempre se puede recurrir a los dioramas que en la actualidad van creciendo en popularidad, aunque la tendencia es hacerlos más grandes (casi tan grandes como algunos belenes), donde se puede desarrollar la narración de la o las escenas con un control sobre la luz y sobre todo de la visión que se quiere mostrar a través de una embocadura frontal eliminando la posibilidad de las cuatro vistas que puede ofrecer un belén.

Si reducimos aún más el espacio disponible una opción que (afortunadamente) tenemos es disfrutar de los “belenes cuadro”.

Son piezas tridimensionales en las que sirviéndonos de la perspectiva podemos hacer creer a nuetros ojos que un espacio limitado, normalmente con un fondo de escasos centímetros, sea bastante más profundo.

Pidiendo posada en una abaniquera
El primer paso es forrar el fondo con una capa fina de porexpan sobre la cual ir acomodando piezas finas de porexpan que puedan ir creando una serie de capas superpuestas donde el mayor volumen lo requiere la parte inferior que es en la que deberemos asentar las figuras.
Para las montañas no hay más que rebajar el grosor cortando unas finas lonchas y, con un simple lapiz, donde tendría que existir un valle, hacer un surco.
Se escayola el conjunto de forma ligera para no cubrir demasiado los “detalles”.
Iniciamos la fase de coloración que poco a poco tendremos que ir trabajando para ir haciendo un conjunto que nos resulte armónico.
La capa del cielo es la más clara con un cielo azul claro (donde, si nos apetece podremos recrear unas nubes) que irá discurriendo por las montañas más alejadas. En la franja siguente será más azulada pasando al siguiente escalón a una coloración más amoratada dejando la parte más oscura y con más contraste en la parte cercana a nosotros.
Comenzaremos a dar algunos matices con unos tonos verdosos para recrear la vegetación, y con tonos marrones el suelo y los caminos.
Para las zonas más cercanas, con cola blanca y tierra haremos los caminos eliminado el exceso.
Es el momento de incorporar los elementos vegetales. Una pequeña buganvilla con unas ramas finas, algo de lana de acero con musgo picado fino y con diminutos recortes de papel pinocho de color fucsia.
Unas ramas a modo de troncos que, al sobresalir del marco de la abaniquera, consiguen crear más profundidad.
Al llegar a la parte más exterior, utilizando corcho y musgo, como en cualquiera de nuestro belenes, se cierra la composición.
En este pequeño detalle se puede apreciar la profundidad que se alcanza cuando realmente no llegan a los 10 centímetros.
Terminamos de poner los detalles como la tela de la puerta y ya sólo queda disponer las figuras a nuestro gusto y disfrutar siempre que queramos de una escena de nuestros queridos belenes que no nos va a ocupar demasiado espacio y que no hace falta guardar de un año para otro si no quermos.

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